Beneficios psicológicos de aprender un segundo idioma

«Nunca comprenderás una lengua hasta saber al menos dos». Esta frase, dicha por el periodista inglés Geoffrey Willians, expresa perfectamente los beneficios generales de aprender una segunda lengua.

Al contrario de lo que piensa mucha gente, aprender una segunda lengua no genera confusión ni tartamudeo, sino todo lo contrario. Al menos eso parece demostrar los últimos estudios y algunos casos excepcionales de personas de mucho éxito.

Cambios en nuestro cerebro al aprender una segunda lengua

En primer lugar, aprender una nueva lengua somete a nuestro cerebro a nuevos desafíos. Al estudiar un nuevo idioma estamos fomentando nuestra elasticidad cerebral, mejorando el pensamiento horizontal, aprendiendo nuevas formas de comunicación y nuevas vías de expresión. Además, está demostrado que el aprendizaje de una segunda lengua retrasa el envejecimiento y combate enfermedades como el alzhéimer u otras enfermedades cerebrales.

De esta manera, aprender un segundo idioma, como el inglés o el chino mandarín, nos permite percibir el mundo con otros ojos. Los idiomas son formas de expresión de pensamiento, pensamientos formados y forjados a lo largo de miles de años. Un idioma está fuertemente ligado a las creencias de un país, de una cultura. Al aprender un nuevo idioma, no estamos distanciando de nuestras creencias para empezar a percibir el mundo de otra forma, con otros valores, con otras creencias. En cierto modo, se trata de un ejercicio de desvinculación cultural, donde nosotros, como alegres y festivos hispanohablantes, comenzamos a ver la realidad con los ojos y la manera de pensar de un estricto y formal germano o chino.

Además, existen evidencias que demuestran que aquellas personas que dominan dos o más idiomas se desenvuelven mucho mejor realizando múltiples tareas. La habilidad de poder expresarse en otros idiomas nos permite, además, trabajar mejor y más rápido. Aprendiendo a seleccionar la mejor forma de expresarnos y de comunicarnos, también aprendemos a realizar las tareas de manera mucho más efectiva. Un segundo idioma nos acostumbra a tomar decisiones rápidas a la hora de expresarnos. Queremos hacernos entender, y queremos hacerlo rápido.

¿Existe algo así como «facilidad» para aprender idiomas?

Según algunos estudios, todo ser humano nace con la capacidad innata de aprender idiomas. Sin embargo, es cierto que aprendizajes tempranos pueden favorecer mucho el estudio de idiomas en el futuro. Es innegable que los niños tienen mucha más capacidad de absorción para los idiomas que los adultos. Son mucho más “pregnables”, no filtran, no tienen miedo y se dejan llevar. La vida de los pequeños se basa en un constante aprendizaje a través de la imitación. Esta es, y no otra, la verdadera clave para aprender nuevos idiomas.

A medida que crecemos, nos creamos nuevas barreras culturales y mentales. Nos volvemos acomplejados, nos sentimos cohibidos y nos cuenta mucho más mimetizarnos con personas diferentes. Nos da vergüenza el qué dirán. Sin embargo, para conseguir aprender un idioma y sentirnos a gusto con él, es fundamental equivocarse.

En definitiva, la «facilidad» para aprender idiomas es una realidad, pero es una condición que se puede trabajar y conseguir. La facilidad no deja de ser, en este caso, un estado mental. Una carencia de barreras culturales o psicológicas que nos impiden realizar acciones libremente.

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