En el artículo de hoy queremos daros algunas claves de la violencia intrafamiliar o violencia doméstica (para los españoles), así que comenzaremos definiendo el concepto y explicando algunas claves de este tipo de violencia familiar.
Qué es la violencia familiar o doméstica
La violencia intrafamiliar o doméstica es un tipo de violencia que se produce dentro de la familia dónde el agresor comparte domicilio con los demás miembros de la familia: cónyuge, hijos, cuñados, etc.
La violencia intrafamiliar se caracteriza por el silencio y la intimidad. Debido a estos dos factores, hablamos de un tipo de violencia silenciosa dónde los agredidos sufren los maltratos del agresor de forma paulatina y muchas veces sin poder solicitar ayuda.
La violencia doméstica o intrafamiliar puede incluir tanto abuso físico como psicológico, aunque lo más habitual es que ambos tipos de abuso se den en una familia maltratada.
El maltrato suele ser mediante técnicas de intimidación, amenazas, castigos corporales, violación y aislamiento social. El agresor suele ser un varón o padre de familia, aunque también se han dado casos dónde las mujeres son las que agreden a su esposo y a sus hijos.
Posibles causas ¿Por qué surge la violencia doméstica?
Los expertos en psicología hablan de la violencia doméstica como un tipo de violencia que surge paulatinamente y que suele comenzar con una falta de control por parte del agresor. No obstante, se hablan de tres posibles causas que caracterizan estos maltratos hacia los seres queridos.
Falta de capacidad para resolver problemas o situaciones de estrés
Los maltradores se caracterizan por su falta de capacidad para lidiar con situaciones estresantes: pérdida de trabajo, descenso de nivel económico, problemas con amigos o familiares, etc.
Incapacidad de controlar los impulsos
Además de lo nombrado en el anterior punto, los agresores suelen caracterizarse por una falta de control de sus vidas. Suelen ser personas con sangre caliente que pierden los nervios con facilidad y carecen de control de sus impulsos.
Personalidad dominada por una carencia afectiva
La personalidad de un agresor suele estar marcada por carencias afectivas graves. Probablemente no tuvo una infancia y/o adolescencia fácil y sus problemas psicológicos han aumentado desde entonces provocando este tipo de situaciones.
Personalidad del maltratador
El maltratador es una persona con trastornos psicológicos que suelen haber crecido en barrios y hogares conflictivos y con carencias afectivas evidentes. Suelen transmitir la violencia que han vivido a los seres con los que comparten más tiempo y más débiles, en este caso sus hijos y su esposa.
Si sumamos a esta personalidad caracterizada por poco afecto y trastornos psicológicos la dependencia de sustancias que potencian la agresividad como las drogas y el alcohol tendremos el resultado de una persona totalmente imprevisible capaz de cometer actos tan cobardes como pegar a su mujer y a sus hijos.
La personalidad del agresor en la violencia doméstica se caracteriza por ser una persona inmmadura en muchos aspectos, así como emocionalmente cambiante e inestable. No es capaz de controlar sus impulsos en muchas situaciones generando agresividad y malestar cuando llega a casa.
El maltratador es un ser cobarde aunque intente ir de duro y con una autoestima baja debido a la frustración de sus fracasos.
Este cóctel acaba en malos tratos a los seres queridos, con los que sabe que le perdonarán o que no hablarán del tema debido a la coacción.
Según los psicólogos americanos Neil Jacobson y John Gottman, los hombres maltratadores que generan violencia de género suelen tener dos tipos de personalidad muy distintas: Cobra y Pitbull.
Cobra, la personalidad más impulsiva
Los agresores con este tipo de personalidad se caracterizan por ser agresivos por naturaleza. Normalmente son agresivos con prácticamente todas las personas que les rodean y es suelen amenazar constatemente debido a la ansiedad que sufren en su interior.
Es un habitual en las drogas y el alcohol ya que en cierto modo acaban calmando su fuego interior, aunque a largo plazo estas sustancias crean más inestabilidad emocional.
Suelen ser fumadores y viven en la vorágine nerviosa provocada por la dependencia del tabaco. Tiene una vida social bastante intensa, conoce a mucha gente y suele caer bien a los demás. Se trata de una personalidad más impulsiva que calculadora.
Pitbull, un maltratador más frío
La personalidad de este tipo de maltradores suele caracterizarse por su aislamiento social y los celos patológicos. Estas personas son más cobardes y tienen una autoestima más baja que los anteriores, aunque pueden ser más violentos.
Suelen ser personas contraladoras que espían a sus parejas y probablemente hayan pasado una infancia complicada. De cara al mundo exterior, es una persona poco violenta.
Violencia de género en el hogar, una historia que se repite
Durante los primeros meses de una relación no se suelen experimentar episodios de maltrato o de violencia de género. La pareja muestra sus mejores facetas al comiezo y es complicado ver comportamientos violentos o maltratos psicológicos.
No obstante, cuando la relación se afianza el marido y la esposa empiezan a comportarse de una forma más natural sin preocuparse tanto por la otra persona. En este punto de la relación es cuando suelen comenzar las situaciones de violencia doméstica por parte del agresor.
Primera fase – Ansiedad y estrés en la pareja
El comportamiento violento del agresor se hace patente hacia objetos o mediante actitudes que generan violencia en el hogar como por ejemplo dar portazos, dar puñetazos a las paredes o romper objetos de la casa.
Se comienza a faltar al respeto verbalmente a la otra persona, generando así más situaciones violentas que finalizan con un comportamiento inestable. La pareja intenta cambiar su actitud para frenar la violencia del hogar, sobre todo cuando tiene hijos menores.
La mujer comienza a tener sentimientos de culpa por el fracaso de la relación mientras el abuso físico y/o verbal empieza a ser costumbre dentro del hogar. Esta fase de violencia doméstica puede durar días, semanas o incluso meses.
El agresor comienza obsesionarse con la libertad de la pareja y empieza a espiar los movimientos y amistades para conocer en todo momento dónde se encuentra. El miedo al abandono se hace más patente y el agresor continúa con sus actitudes violentas dentro del hogar.
Segunda fase – Explosión de violencia
Al acumular tanta tensión debido a los comportamientos pasados, la necesidad de aliviar las tensiones acumuladas aparece de forma irremediable. El abusador o maltratador ejerce una violencia desmedida sobre el cuerpo de la mujer o los hijos provocando diferentes heridas, aunque al finalizar el episodio de violencia, el maltratador suele estar calmado por la tensión liberada.
Tercera Fase – El arrepentimiento
Tras el episodio de explosión, llega un período de calma con muestras de afecto entre ambos cónyuges. Toda la tensión parece haber sido liberada y el maltratador promete no volver a hacerlo y cambiar sus actitutes violentas.
La mujer suele creer a su esposo y por el bien familiar acaba aceptando las mentiras contadas por el marido.
El ciclo vuelve a la primera fase. Un agresor no se cura sin tratamiento psicológico, así que es cuestión de tiempo que se vuelva a repetir la fase 1 y 2.
Si sufres o has sufrido violencia de género te recomendamos que acudas a la Policia o servicios sociales para contarles lo ocurrido.