La forma que tenemos de compartir lo que somos -lo que llevamos dentro-, con nuestro entorno es el lenguaje. El tipo de relaciones que establecemos, el trato que conseguimos de los demás, el poder de cambiar las situaciones que experimentamos o incluso la capacidad de darnos a conocer a los demás son algunos de los factores que están íntimamente ligados a un uso adecuado del acto comunicativo.
Existen ciertos hábitos que nos ayudan comunicarnos de una forma más eficaz y consciente, tanto con los demás como con nosotros mismos, a continuación enumeraremos cinco de los más determinantes:
Emplea un lenguaje positivo
Ten presente que el inconsciente no distingue el “no”. Si te digo: “No pienses en un elefante rosa”, date cuenta de qué sucede, probablemente estés pensando en él. Debemos usar el lenguaje para acercarnos a nuestro objetivo deseado, en lugar de destacar aquello que nos está molestando. Es bien distinto decir “No me grites” a decir “Háblame en un tono más bajo”. El lenguaje no son solo palabras, refleja una estructura actitudinal mucho más profunda.
Responsabilízate de tus emociones
Todo aquello que nos afecta, refleja una parte de nosotros mismos. Por ello, es mejor usar un lenguaje proactivo, en el que haremos un pequeño ejercicio de auto-indagación para observar qué queremos conseguir para nosotros mismos. Siguiendo con el ejemplo, nos podríamos preguntar: ¿Cómo me siento cuando me gritan? ¿Qué consigo que me hace sentir mejor cuando me hablan en un tono más bajo?
Utiliza un lenguaje concreto y descriptivo
Una comunicación eficaz es aquella que deja poco a la imaginación. Siendo descriptivos y concretos estamos favoreciendo la comprensión y creando una interacción efectiva. En lugar de decir “Háblame mejor” o “Háblame con respeto” especificaremos “Háblame con un tono más bajo”. Lo que «el bien» o «el respeto» significa para mí en esta situación no tiene por qué coincidir con lo que significa para mi interlocutor en ese momento.
Comunica sin el deseo de cambiar a nadie
Es nuestra responsabilidad decidir seguir viviendo una situación o evitarla. La comunicación será más eficaz cuando el resultado que pretendemos menos dependa del comportamiento de terceros. Realizaremos la petición sin juzgar al otro, solamente expresando nuestra necesidad. En lugar de decirle “Eres un déspota”, diremos “Me siento mal cuando me gritas”. No exigimos un cambio, en su lugar comunicamos un estado. Aunque en ocasiones no lo parezca, esta forma de expresarnos tiene más poder de influencia, ya que no activa las defensas psíquicas del oyente porque no hace referencia a ningún juicio.
Presta atención al modo en que te comunicas
Solamente siendo conscientes de cómo nos expresamos, sabremos cuál es el mensaje que realmente estamos comunicando. Quizás nosotros mismos nos demos cuenta si nuestro tono al hablar es elevado, pudiendo transmitir una sensación de agresividad, quizás nuestra gesticulación es muy escasa, pudiendo dar la sensación de desinterés… Este lenguaje no verbal tiene una influencia enorme en el mensaje que transmitimos.
Para conseguir una comunicación eficaz debemos prestar especial atención a estos aspectos ya que, por mucho que cuidemos nuestras palabras, tener en cuenta estos aspectos no verbales es la única manera de poder hacernos responsables y creadores de aquello que queremos comunicar.
La Bioneuroemoción trabaja continua y constantemente en el lenguaje. Supone uno de los pilares fundamentales a la hora de poder indagar en nosotros mismos, poder optimizar nuestra relación con el entorno e incluso cambiar hábitos de pensamiento y, por lo tanto, de conducta. La comunicación, además de una acción, es un hábito y, como tal, puede ser entrenado y evolucionado. Enric Corbera Institute propone el ejercicio de incluir durante un tiempo estos cinco hábitos y observar qué cambia, tanto en la forma de comunicación como en las consecuencias de las mismas.
«El individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión solo se cumple por medio del lenguaje.» Pedro Salinas, poeta español